El Gobierno argentino introdujo modificaciones clave en el sistema de etiquetado frontal de alimentos, otorgando mayor flexibilidad en la aplicación de los octógonos negros que alertan sobre excesos de azúcar, grasas y sodio. Estas reformas permiten que ciertos productos pierdan algunos sellos o incluso los eliminen por completo, marcando un cambio significativo en la regulación alimentaria.

El ajuste central reside en excluir los nutrientes intrínsecos del cálculo de excesos. Es decir, componentes naturales de los alimentos, como el azúcar en frutas o la grasa de la leche, ya no serán considerados como críticos. Solo se evaluarán los nutrientes añadidos durante el proceso de elaboración. Esto implica que productos como mermeladas, yogures, quesos y jugos podrán reducir las advertencias en sus etiquetas.

Otro cambio relevante permite a productos con un solo sello destacar beneficios nutricionales. Por ejemplo, un queso alto en sodio podrá resaltar que es fuente de calcio.

La implementación será gradual, y las nuevas etiquetas llegarán a las góndolas entre fines de febrero y abril de 2025, a medida que las empresas renueven el stock de envases actuales.

Productos beneficiados
Quesos, yogures, mermeladas y jugos de frutas figuran entre las categorías más favorecidas. Por ejemplo, los quesos reducirán sellos al no considerar la grasa natural de la leche. Yogures podrán perder el sello de sodio vinculado a nutrientes intrínsecos, y mermeladas disminuirán advertencias al excluir el azúcar natural de las frutas.

Asimismo, barras de frutos secos y aceitunas, cuyos ácidos grasos naturales ya no serán evaluados como críticos, tendrán etiquetas más limpias.

El sello de calorías
El nuevo reglamento también establece que el sello de exceso de calorías será obligatorio únicamente si el producto supera 275 kcal por cada 100 gramos y contiene otros sellos de azúcar, grasas totales o saturadas. Esto significa que alimentos calóricos sin otros excesos críticos podrían no portar este sello.

Sergio Britos, director del CEPEA, destacó el enfoque en nutrientes críticos como azúcar, grasas y sodio, pero lamentó la ausencia de políticas educativas que ayuden a interpretar el etiquetado. «El etiquetado por sí solo no es suficiente; necesitamos estrategias claras para guiar a la población hacia hábitos saludables», afirmó.