La implementación de la Boleta Única de Papel (BUP) en las elecciones legislativas de octubre marcará un antes y un después en el sistema electoral argentino. Este cambio busca modernizar el proceso, garantizar transparencia y ofrecer igualdad de condiciones a todas las fuerzas políticas, dejando atrás las históricas boletas partidarias conocidas como «sábanas».

Con la Boleta Única de Papel, los electores encontrarán todos los candidatos en un solo papel, organizados por categorías como diputados y senadores, con casillas específicas para marcar su elección con una birome. Este formato elimina el “efecto arrastre”, donde figuras populares en las categorías superiores impulsaban a los candidatos de las inferiores.

Entre las ventajas del nuevo sistema, se destaca la simplificación del voto, ya que el proceso será más claro y directo para el electorado. Además, garantiza transparencia y equidad al ofrecer a todos los partidos la misma visibilidad y eliminar prácticas clientelistas relacionadas con las boletas partidarias. También podría favorecer a los partidos pequeños, permitiendo un Congreso más diverso y representativo.

Sin embargo, el cambio no está exento de desafíos. Algunos expertos advierten sobre una posible fragmentación política que podría dificultar la formación de mayorías en el Congreso. También se menciona que el nuevo sistema implica costos más altos en impresión y logística. Por otro lado, existe el riesgo de que aumenten los votos nulos o blancos en las primeras elecciones debido a la confusión que podría generar entre los votantes si no reciben la capacitación adecuada.

Figuras como Alfredo Cornejo, gobernador de Mendoza, y especialistas del CIPPEC destacan que la BUP fortalece la democracia al garantizar igualdad de condiciones y reducir la manipulación electoral. Sin embargo, críticos como Sebastián Galmarini, profesor de la UBA, advierten sobre el riesgo de una mayor personalización de las candidaturas, donde figuras mediáticas podrían ganar protagonismo en detrimento de los cuadros políticos tradicionales.

La implementación de la BUP representa un desafío para los partidos políticos, ya que debilita el poder de las estructuras partidarias tradicionales al no depender de la distribución de boletas ni del arrastre electoral. Esto podría profundizar las divisiones internas en las grandes coaliciones y fragmentar aún más el panorama político.

Aunque su implementación inicial plantea incertidumbres logísticas y políticas, la Boleta Única de Papel representa una apuesta por la modernización y transparencia del sistema electoral. Como señala Maru Zamarreño, “ningún país que adoptó este sistema volvió atrás, lo que habla de sus beneficios a largo plazo”. Su estreno en Argentina será una prueba clave para evaluar si este modelo puede consolidarse como la base de una democracia más inclusiva y transparente.