La Argentina se encamina a cerrar 2022 con la inflación más alta de los últimos 30 años, solo comparable con la salida de la hiper-inflación, en 1991. Sin embargo, la suba de precios no impacta de la misma forma en todas las provincias. No solo porque se puede encontrar que un producto cuesta un 80% más caro entre una punta y otra del país, sino que además los incrementos mensuales de ese mismo artículo pueden variar desde un 4% hasta un 18%, según dónde se mida su evolución.
En agosto, la inflación general fue del 7%, de acuerdo con los datos que difundió ayer el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec). Pero en la Patagonia (que contempla a Chubut, Neuquén, Río Negro, Santa Cruz y Tierra del Fuego, que juntas representan el 4,6% del índice general), la suba de precios fue del 6,4%. Es decir, 0,6 puntos menos que el promedio nacional.
En cambio, en el otro extremo se encontraron el noroeste (Corrientes, Misiones, Chaco y Formosa, con una participación del 4,5%) y noreste del país (Catamarca, Jujuy, La Rioja, Salta, Santiago del Estero y Tucumán, con 6,9%). Allí, los valores aumentaron en mayor medida, ya que la inflación fue del 7,6%. En otras palabras, 0,6 puntos arriba que el promedio.
“Lo que sucede en la Argentina tiene una multicausalidad de variables. En principio, todos los precios de la economía se mueven al ritmo de una emisión monetaria fenomenal, que si no se esteriliza con Leliqs, se traducen en inflación futura. Todos los precios varían sobre esta distorsión que implica el déficit que se financia con emisión monetaria. Pero, por otra parte, hay un desajuste entre los diferentes eslabones de la economía, primario (productos), secundario (industria) y terciario (comercios), que explican por qué unas galletitas pueden valer 20% más caras en otra provincia”, señaló Damián di Pace, director de Focus Market.
En el informe del lndec, se pueden observar esas distorsiones en algunos productos concretos. Por ejemplo, en cuánto cuesta un detergente líquido, el artículo con más dispersión. En el noreste se puede comprar por $175,85 (8,34% más que en julio), en tanto que en la Patagonia se consigue por $320,41 (8,14% mensual). Entre punta y punta del país, el mismo artículo cuesta $144,65 más, una diferencia del 82%.
DIFERENCIAS DE PRECIOS ENTRE PROVINCIAS
Cuánto cuesta un mismo producto en las distintas regiones del país; para determinar el porcentaje, se utilizó el precio más caro y barato de cada categoría.
Producto/Región | GBA | Pampeana | Noreste | Noroeste | Cuyo | Patagonia | Diferencia | |
Pan francés | $343.10 | $305.11 | $283.30 | $288.79 | $265.01 | $340.77 | 29.47% | |
Aceite, 1,5 litros | $576.12 | $637.51 | $771.59 | $735.25 | $624.18 | $534.99 | 44.23% | |
Leche fresca | $153.89 | $167.97 | $187.49 | $171.88 | $182.80 | $176.29 | 21.83% | |
Harina de trigo común | $114.41 | $128.15 | $130.38 | $128.16 | $122.05 | $130.48 | 14.05% | |
Arroz blanco simple | $143.83 | $179.31 | $164.27 | $163.80 | $166.81 | $184.56 | 22.07% | |
Fideos secos | $152.35 | $141.06 | $126.24 | $121.18 | $136.25 | $159.58 | 31.69% | |
Carne picada común | $697.06 | $790.28 | $775.30 | $787.07 | $717.40 | $997.60 | 43.12% | |
Un kilo de pollo entero | $380.37 | $402.00 | $378.70 | $386.40 | $403.17 | $406.06 | 7.22% | |
Una docena de huevos | $345.75 | $341.15 | $318.17 | $347.29 | $361.99 | $374.23 | 17.62% | |
Un kilo de papa | $120.84 | $118.80 | $113.74 | $97.04 | $123.30 | $145.63 | 50.07% | |
Un kilo de azúcar | $203.52 | $213.91 | $216.06 | $195.79 | $210.55 | $202.17 | 10.35% | |
Detergente líquido | $178.55 | $193.04 | $175.85 | $182.23 | $186.93 | $320.41 | 82.21% | |
Lavandina | $123.51 | $119.55 | $128.97 | $119.65 | $117.05 | $120.52 | 10.18% | |
Jabón de tocador | $128.12 | $128.61 | $118.75 | $125.59 | $133.93 | $129.03 | 12.78% |
Otro caso, esta vez con un kilo de papa. En el noroeste tiene un valor promedio de $97,04 (aumentó 28% en el mes), mientras que en la Patagonia está $145,63 (20,5%), en parte explicado por el costo de trasladar el producto desde las regiones más cercanas al centro de producción hacia el sur. De todas formas son $48,59 más por kilo, una distorsión del 50%.
“Hay un proceso inflacionario que afecta al nivel del conocimiento que los agentes tienen de cada mercado. Las empresas no saben qué precio poner, los consumidores no saben qué comprar ni dónde porque no hay información completa para decidir. Eso habilita que un mismo producto tenga diferencias de precios tan notorias entre retailers, sin que la distancia geográfica intervenga. Ahora, a eso se le monta un proceso de cambios en precios relativos que hacen al costo de poner el producto en góndola en las distintas regiones del país. Si el combustible aumenta muy distinto al de los alquileres, que a su vez se incrementa diferente que el de salarios y costos logísticos, dan cuenta de las diferencias de precios a nivel regional. Los dos procesos juntos explican diferencias abismales de un mismo producto, en diferentes provincias”, explicó Federico Moll, director de Ecolatina.
Más ejemplos. En el Gran Buenos Aires (Ciudad Autónoma y los 24 partidos del Gran Buenos Aires, que tiene una ponderación del 44,7% sobre el nivel general), un kilo de carne picada común tiene un valor de $697 (0,29% inflación agosto). Nuevamente, en la Patagonia, se paga un 43% más: $997,6 (4,98% de variación mensual). Son $300 más por kilo.
En cambio, 1,5 litros de aceite se pagan más baratos en la región patagónica, a $534,99 (inflación mensual del 19,14%). En el noreste, donde se posiciona el valor más alto, ese mismo producto cuesta $771,59 (aumentó 29,62% frente a julio). Una distorsión de $236,6 por unidad, o 44,23%.
“En parte, los precios regionales varían de acuerdo a la dinámica propia del lugar y los costos de vida. Pero además, la Argentina tiene un problema con los costos de la logística, por lo caro que es transportar un producto de una región a otra. Más lejano está el producto del centro de producción al consumo, los precios aumentan fuertemente. Una de las soluciones sería aumentar la infraestructura ferroviaria, pensar la conexión con transporte terrestre, como la última milla. Pero para eso se necesita más inversión. Y como pasó en 2018, cuando los gobiernos se ven obligados a hacer ajustes, lo primero que se frena es el gasto en obra pública”, reflexionó Claudio Caprarulo, director de la consultora Analytica.
F: La Nación