Rusia otorgó asilo político al presidente sirio Bashar al Assad y a su familia tras la caída de su régimen, según fuentes cercanas al Kremlin. Este desenlace se produjo luego de que grupos armados tomaran el control de Damasco, declarando el fin del gobierno de Assad y acusándolo de dejar un legado de destrucción y sufrimiento en el país.

Desde la toma de la capital, el paradero de Assad había sido incierto. Sin embargo, el Ministerio de Asuntos Exteriores ruso confirmó que el mandatario renunció a la presidencia y abandonó Siria, instruyendo la transferencia de poder de forma pacífica. A pesar del colapso del régimen, Moscú mantiene contacto con la oposición armada siria para garantizar la estabilidad regional y proteger sus intereses estratégicos, incluidas bases militares y embajadas en territorio sirio.

Rusia, aliada clave de Assad durante años, reiteró su compromiso con una solución política para Siria e instó a reanudar las negociaciones bajo el auspicio de la ONU. Además, enfatizó la importancia del diálogo político para el beneficio del pueblo sirio y para fortalecer las relaciones bilaterales en el futuro.

Bashar al Assad, quien asumió la presidencia en 2000 tras suceder a su padre, Hafez al Assad, lideró un gobierno que enfrentó protestas masivas en 2011, las cuales evolucionaron en una guerra civil devastadora. Aunque logró mantenerse en el poder con el apoyo de Rusia e Irán, el régimen enfrentó múltiples crisis y la pérdida de territorios significativos. La reciente ofensiva liderada por Hayat Tahrir al Sham en noviembre de 2024 evidenció la fragilidad del régimen y marcó el punto final de su mandato de más de dos décadas.

Actualmente, Assad y su familia están refugiados en Moscú bajo la protección del gobierno ruso, mientras la comunidad internacional sigue de cerca los acontecimientos en Siria. Con un país devastado y cientos de miles de muertos, el futuro político de Siria sigue siendo incierto, en medio de los esfuerzos por encontrar una solución duradera al conflicto.