Los senadores nacionales decidieron dar marcha atrás con un controvertido aumento salarial que habría elevado sus sueldos a $9 millones a partir de este mes, quedando en $7,8 millones después de descuentos. Este incremento, que se originó por un «enganche» con las paritarias de los empleados legislativos, generó un fuerte rechazo y críticas públicas.
El escándalo se desató cuando se confirmó una suba del 6,5% en dos tramos para los empleados del Congreso, que también se aplicaría a las dietas de los senadores. Este aumento hubiera hecho que sus salarios pasaran de $1,9 millones a principios de año a casi $10 millones en agosto, lo que significa un incremento de cinco veces en menos de nueve meses.
Tras la ola de críticas, incluyendo las declaraciones del presidente Javier Milei, quien calificó el aumento como «una burla» y «una traición al pueblo argentino», los presidentes de los bloques en el Senado acordaron renunciar al incremento y dejar de estar atados a los aumentos legislativos en el futuro.