El domingo se llevaron a cabo elecciones en Paraguay y el Partido Colorado, liderado por Santiago Peña, ganó la presidencia. Con el 89,82% de las mesas escrutadas, el candidato oficialista obtuvo el 43,12% de los votos, sacando una amplia ventaja sobre su opositor Efraín Alegre, que alcanzó el 27,52%. Según los datos del Sistema de Transmisión de Resultados Electorales Preliminares (TREP), el tercer lugar lo ocupó Payo Cubas, del Partido Cruzado Nacional, con el 22,51% de los votos, lo que lo deja muy lejos de la disputa presidencial.

Un total de 4.741.435 ciudadanos paraguayos estaban habilitados para votar en su país, mientras que en el extranjero podían hacerlo 41.505. Durante la jornada, votó el 61,97% del padrón, según informó la Justicia Electoral paraguaya. Peña asumirá el cargo de presidente el 15 de agosto y consolidará la hegemonía del Partido Colorado, que lleva 70 años en el poder, con la excepción del gobierno del izquierdista Fernando Lugo (2008-2012), quien fue destituido de su cargo por el Congreso mediante un juicio político un año antes de finalizar su gestión.

Lugo fue destituido al ser señalado como «responsable político» de los enfrentamientos entre campesinos y policías que dejaron un saldo de 17 muertos en la ciudad de Curuguaty, Canindeyú.

En su discurso tras conocer su triunfo en las elecciones de Paraguay, Santiago Peña hizo hincapié en la importancia de la unidad del pueblo paraguayo, resaltando que «todos somos hijas e hijos de una sola madre: la patria paraguaya». Agradeció a sus simpatizantes y se comprometió a cumplir su promesa de campaña de trabajar para que el país esté mejor. Reconoció que el país atraviesa un estancamiento económico y un aumento en la tasa de desempleo, pero mostró confianza en que en su gestión se revertirá la situación. Asimismo, hizo un llamado a la unidad nacional, destacando que los agravios, el odio y las rencillas no son el camino y que todos están moralmente obligados a trabajar juntos para enfrentar la pobreza, la corrupción y la impunidad.