Quienes lo vieron jugar lo definen como un mediocampista con grandes cualidades técnicas, aunque vio frustrarse su sueño justo antes de convertirse en profesional
El gran puntal de la familia Messi fue Lionel, pero el precursor en la materia fútbol fue su hermano mayor Rodrigo. Los tres sucesores de Jorge (se suma Matías, el del medio) heredaron la pasión por la pelota y persiguieron el sueño de triunfar en el deporte predilecto. El más grande tenía enormes condiciones, pero distintos motivos lo llevaron a dejar en el camino sus ilusiones para finalmente vincularse a otros menesteres. La historia de Rodrigo Martín Messi es la de un crack que no fue.
Para fines de los 80 y principios de los 90, el pequeño Leo ya perseguía por las calles del barrio General Las Heras, al Sur de Rosario, a sus hermanos mayores Rodrigo y Matías con un balón en los brazos. En la casa de los Messi literalmente nunca faltó el pan, ya que Don Eusebio Messi y su esposa Doña Rosa (padres de Jorge), tenían un negocio de panificaciones en el barrio. Muy de vez en cuando los niños recibían algún juguete más caro de lo normal; lo que nunca faltaba era la pelota.
Lionel prácticamente transitó la huella que había dejado Rodrigo, iniciado en el baby fútbol del Club Grandoli, donde al tiempo Jorge fue técnico, y luego en las Infantiles e Inferiores de Newell’s. En casa había pica: papá, Rodrigo y Lionel eran hinchas de la Lepra; Matías se hizo de Central. Mamá Celia (alias Puchi) era la que ponía paños fríos a las chicanas de unos y otros para que reinara la paz en el hogar.
De la Escuela de fútbol que Newell’s tiene enclavada en el corazón de la ciudad de Rosario denominada Malvinas Argentinas, donde en muchos videos se lo ve a Lío gambeteando rivales en canchas de tierra cuando era niño, Rodrigo saltó al de Bella Vista, donde se entrenaban las juveniles que iban de la Cuarta hasta la Novena División. Jorge Messi llegó a contar que a pesar de que Leo era cinco y siete años menor que sus hermanos mayores, se sumaba a los picados que se armaban en el barrio y no desentonaba. Por el contrario, se destacaba. Así y todo, Rodrigo (derecho, a diferencia de su sucesor) era un número 8 o enganche con riquísimas cualidades.
Quienes lo observaron por aquella época en las menores rojinegras lo recuerdan como un mediocampista ofensivo del estilo delEqui González (el ex Central y Boca), con técnica en la conducción, buena protección de balón, gambeta y pelotas filtradas al espacio. Inclusive hay quienes aseguran que las típicas diagonales de mitad de cancha hacia el medio que caracterizaron a Lionel durante toda su carrera eran ensayadas por Rodrigo muchos años antes.
Jorge trabajaba 12 horas diarias en la empresa metalúrgica Acindar y, cuando el tiempo se lo permitía, se instalaba en la periferia de las canchas en las que jugaban sus hijos para verlos en silencio. Entre mediados y fines de los 90, Lionel empezó a hacerse conocido con la Categoría 87 de Newell’s, al mismo tiempo que Rodrigo se acercaba a la edad de Reserva con la 80 del club del Parque Independencia. De su divisional llegaron o tocaron Primera jugadores como Sebastián Domínguez, Cristian Grabinski, Sergio Almirón (hijo del campeón del mundo en México 86), Gabriel Ruiz, Rubén Darío Gigena y Matías Pavoni. No obstante, el sueño de Rodrigo quedó trunco: lo dejaron libre en Quinta División.
Afectado en lo anímico, igualmente sus ilusiones no claudicaron y recaló en Central Córdoba de Rosario. La diferencia fue notoria porque pasó de competir en las inferiores de AFA de un club de Primera a las de una entidad que estaba en la B Metropolitana y apenas disputaba la Liga Rosarina. Jorge Messi tuvo algún cortocircuito con Roberto Puppo, quien era Coordinador General de las Juveniles de Newell’s y había hecho bajar a Rodrigo a un grupo “intermedio” en la Categoría 80 antes de darle el pase. Fue con él con quien discutió por el costo de la cobertura de las vacunas para el crecimiento de Lionel al poco tiempo. A instancias del presidente Eduardo López, su interlocutor argumentó que el club no tenía recursos para fomentar su desarrollo físico. La historia se había escrito.
Hace unos años, Celia Cuccittini (alias Puchi) declaró que “para mí Newell’s no existe”. Esa es una frase que describe el enorme disgusto que le generaron esas dos situaciones a la familia Messi. La primera daga al corazón fue que dejaran libre a Rodrigo; la segunda que le negaran el costo del tratamiento a Lionel. La gota que rebalsó el vaso fue la crisis económica del país, que llevó a Jorge a tomar la firme postura de buscar asilo en el exterior donde su hijo menor pudiera explotar sus condiciones futbolísticas. Incentivado por el caso de Leandro Depetris en Milan, los Messi se aventuraron a la prueba en Barcelona de la mano del primer representante de Leo, Fabián Soldini.
En septiembre del año 2000, viajaron a Cataluña Jorge, Lionel y Soldini para la famosa prueba que duró dos semanas en La Masía. Sin demasiadas precisiones sobre su fichaje, el trío retornó a Rosario a la espera de novedades. Recién iniciado el 2001 se firmaron los papeles y Leo se incorporó a las juveniles culés, pese a que estuvo varios meses sin competir oficialmente porque Newell’s no le liberaba el pase (motivo por el cual llegó a intervenir la FIFA). Celia, Rodrigo, Matías y María Sol se instalaron en un coqueto pero modesto departamento ubicado en los alrededores de la Ciudad Deportiva del Barcelona, junto a Jorge y Lionel. Si bien el idioma ayudó para el desenvolvimiento general, jamás se terminaron de hallar y volvieron a su Rosario natal a los pocos meses.
Con edad para saltar a un plantel profesional, Soldini le consiguió una prueba a Rodrigo Messi en el segundo equipo de la Universidad Católica de Chile. Eran tiempos en los que habían figurado los argentinos Marcelo Carracedo (ex Central), Iván Gabrich y Pablo Lenci (ex Newell’s), entre otros. Pero tras unos días en Santiago, le bajaron el pulgar y se disipó la expectativa de relanzar su carrera.
El último intento fue en Europa, más precisamente en el CSKA de Sofía. En los inicios de los Messi en Barcelona se estructuró una oficina llamada BEAB, las iniciales de Barcelona (con Josep Minguela como representante), España (con el argentino Horacio Gaggioli), Argentina y Brasil (por Juan Matteo, el intermediario que le había conseguido la prueba a Lionel en el Barça). Lucho Tanev, socio búlgaro de este grupo que se encargaba de contener y asesorar económica y logísticamente a la familia Messi, fue el que le gestionó la prueba a Rodrigo Messi en el club más importante del país.
El clima, la cultura, el desarraigo y la competencia que había en un equipo que tenía futbolistas de talla de selección local atentaron contra las posibilidades de Rodrigo, que se resignó definitivamente.
En pleno replanteo por su futuro personal, Lionel comenzó a dar que hablar en las juveniles del Barça, saltó rápidamente al primer equipo y debutó con la Sub 20 de la selección argentina, con la que se destacó en el Sudamericano de 2005 en Colombia y explotó en el Mundial de Holanda ese mismo año. La carrera de Leo fue puro vértigo y Jorge necesitó gente de confianza que lo rodeara. En ese sentido, Rodrigo empezó a oficiar de mano derecha e intercaló estadías en Rosario y Cataluña hasta instalarse definitivamente en Europa.
El mayor de los hermanos Messi fue uno de los hombros en los que se apoyó constantemente Leo ante cada adversidad futbolística. Lo acompañó espiritualmente, lo vio en vivo en cada cancha en la que le tocó jugar con la camiseta blaugrana y de la selección argentina y también en el plano legal, transformándose gradualmente en una suerte de asesor personal. Rodrigo batalló por su hermano en todos los sentidos: desde la tribuna, donde protagonizó una gresca en la final de la Copa América que se disputó en 2015 en Santiago, hasta en los tribunales catalanes, donde lo escoltó junto a su padre Jorge en la audiencia por el caso de fraude fiscal que se llevó a cabo en 2016.
Tiempo atrás, la “marca Messi” ya había hecho el boom y Lionel se había situado en el pedestal del fútbol y el deporte mundial. La fortuna que generó el botín zurdo de Leo fue invertida en varios negocios, entre los que estuvieron el rubro gastronómico, a cargo de Rodrigo con un importante restaurante en Barcelona, y hotelero, entre otros. Pero la pasión familiar por el fútbol decantó en la nueva faceta del mayor de los hermanos Messi: la representación de jugadores.
Bajo su tutela estuvo el extremo bisauguineano naturalizado español Ansu Fati, quien dejó de estar a su cargo a mediados de 2020 cuando pasó a tener de agente al portugués Jorge Mendes (conocido por asesorar a Cristiano Ronaldo), justo después de que Lionel anunciara su salida del Barcelona para encaminarse al París Saint Germain. Rodrigo creó la agencia Kin Sport Management y en su radar figuran hoy promesas como el ecuatoriano de 18 años Diego Almeida y el norteamericano de 21 Konrad de la Fuente (surgido en la cantera del Barça, hoy en Olympiacos de Grecia). Desde hace rato se sabe que el mediocampista de Newell’s Juan Sforza tiene un estrecho vínculo con los Messi y hasta se mostró en imágenes con su hermano Matías.
Leo está focalizado 100% en el arranque de la temporada con el PSG y el Mundial de Qatar 2022. Todavía no brindó precisiones sobre su futuro profesional (su contrato con los franceses vence a mediados del año próximo) y surgen tres alternativas potables: renovar en Parque de los Príncipes, regresar al Barcelona o explorar en la MLS de Estados Unidos. Es probable que Rodrigo, lanzado a la representación de futbolistas, tenga injerencia a la hora de negociar el contrato que vaya a firmar su hermano menor e ídolo -lo tiene tatuado en el omóplato izquierdo- Lionel.
Hoy los sueños de Rodrigo Messi siguen ligados al fútbol gracias al reflejo de la colosal trayectoria que trazó su hermano Lionel. El inquebrantable lazo fraternal los llevó a ser pilares recíprocos en sus respectivas vidas y carreras. Y, en ambos sentidos, todavía tienen mucho camino por desandar.
f: Infobae