La educación maker emerge como un componente esencial en la evolución y la innovación de los modelos educativos actuales en las aulas escolares. En los últimos años, estos espacios han ganado popularidad y relevancia al proporcionar entornos de aprendizaje más dinámicos y participativos.
Aunque en Estados Unidos y países europeos los espacios maker son cada vez más comunes, en Latinoamérica el avance hacia la creación de estos lugares es aún incipiente. Por ello, es importante destacar los beneficios que surgen al trabajar en estas aulas.
Las aulas maker se distinguen por su diseño que fomenta la creatividad, la resolución de problemas y el pensamiento crítico mediante la aplicación práctica de conocimientos teóricos. Estos makerspaces promueven la idea de «aprender haciendo con nuestras propias manos». Aunque no constituye una tendencia novedosa, es cierto que en épocas anteriores los centros escolares se centraban más en libros y enfoques didácticos que en la creación física.
El objetivo fundamental de la Educación Maker es proporcionar a los estudiantes la autonomía necesaria para explorar sus propias ideas y verse a sí mismos como individuos capaces de imaginar, crear, construir y resolver problemas.
Estos espacios educativos deben fomentar la experimentación, el diseño y la construcción. Por lo general, están dedicados a las disciplinas de Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas (STEM), y suelen estar equipados con herramientas como impresoras 3D, cortadoras láser, placas de desarrollo y otros recursos que permiten a los estudiantes materializar sus ideas.