No tener agua humilla la dignidad de cualquier ser humano. Agua para beber, agua para higienizarse. De todos los servicios necesarios, el agua es el único vital, el único que si falta o es de mala calidad, puede resultar letal. Cuando las noticias muestran a los wichis penando por una gota, envueltos en sus harapos sucios, el corazón se estruja. Sin embargo, salvando las distancias socio económicas con el chaco salteño, cuando cualquier persona clama por agua, aunque sea en un barrio de profesionales y trabajadores que pagan el servicio como en El Huaico, en la zona norte de la capital salteña, se siente profunda empatía con la desesperación de este prójimo al que le falta lo más importante del día a día: el agua.
Hace un año ya que no saben cómo pedir que el líquido elemental se deslice por sus cañerías y haga el milagro de brotar para darse una ducha, tirar la cadena del inodoro, lavar, cocinar, beber. Han presentado decenas de notas, han hablado con cuanto contacto del gobierno de turno han tenido, han salido en los medios de comunicación y solo han logrado que hace unos cuatro meses, la empresa prestadora del servicio, Aguas del Norte, enviara operarios a dinamitar las calles, abriendo zanjas y pozos que los llenaron de una ilusión inútil, infantil, porque no hubo obra de agua, e incluso todo empeoró porque el paisaje del barrio es fatal, como se ve en las fotos, y los adultos temen que los niños caigan en esos huecos con consecuencias insospechadas.
Lo cierto es que el servicio está completamente cortado hace tres días y cuando funciona, es con bajísima presión. Claro que pasa un camión cisterna a llenar tanques, como en las comunidades aborígenes del norte, pero los vecinos de El Huaico no se conforman con esta realidad. Pagan el servicio y exigen calidad en la prestación. Sostienen que la falta de agua les está arruinando la vida.
Por este tema arden las redes sociales. Anticiparon los vecinos que buscarán el modo de no pagar más el servicio que no tienen y paradójicamente, se disponen a cortar la Avenida Bolivia (ruta nacional 9) para convocar la atención de los funcionarios sobre esta dramática situación que viven, tal como lo hacen los piqueteros aborígenes del Departamento San Martín casi todos los días desde hace años.
Ya no sirve transcribir las historias de cada familia que se comunicó con este diario para relatar su padecimiento. Basta con decir que no tienen agua para higienizarse, y que ahí viven muchos chicos que van a la escuela, ancianos que están postrados, y adultos que así, sin bañarse, tienen que ir a trabajar todos los días para sustentar a sus familias. A diferencia de los wichis, la mayoría de los vecinos de El Huaico puede ir al súper y comprar agua para beber, al menos por unos días.
f:El Tribuno