Después de 50 años de ausencia, un avión Beechcraft B-200 Huron de la Aviación Naval aterrizó en la renovada pista de la base antártica Petrel, marcando un hito en la historia de la aviación naval argentina.
La aeronave, identificada con el numeral 1-G-49 y perteneciente a la Escuadrilla Aeronaval de Vigilancia Marítima, partió desde la Base Aeronaval Río Grande y, tras aterrizar en Petrel durante la madrugada, permaneció aproximadamente una hora. Allí, se abasteció de combustible en las nuevas instalaciones antes de regresar al continente.
El vuelo, liderado por el capitán de fragata Ricardo Schroeder y el capitán de corbeta Hernán Martínez, con el apoyo de los suboficiales Roberto Suárez y Rolando Segovia, fue posible gracias a un detallado análisis meteorológico. Esta operación también contó con el acompañamiento de un cuatrimotor Orion P-3C, que sobrevoló la pista para realizar un reconocimiento y apoyar el vuelo del Huron, preparando el terreno para futuras misiones.
La pista de Petrel, ahora con 1.600 metros de largo y 40 de ancho, fue completamente remodelada, incluyendo la construcción de hangares y terminales de carga. Este avance permite operar con aviones de mayor puerta, como el C-130 Hércules y el Orion P-3C, consolidando a Petrel como un punto estratégico en la logística antártica.
El regreso de la Aviación Naval a Petrel representa no solo un logro técnico y logístico, sino también un paso significativo en el fortalecimiento de la presencia argentina en el continente blanco.