Vladimir Putin anunció una movilización parcial que abre el camino para el reclutamiento masivo de ciudadanos. Muchos de ellos han intentado escapar y cada vez tienen menos alternativas para hacerlo.

“Hola, mi esposa está embarazada y tengo una hipoteca. Mi mujer siente pánico y yo no tengo dinero para ir al extranjero. ¿Cómo puedo escapar del reclutamiento?”.

Un joven camina mientras otro monta su bicicleta hacia la frontera entre Rusia y Georgia, en Osetia del Norte-Alania, Rusia, el miércoles 28 de septiembre de 2022. (AP Foto)

Ese es un mensaje que recibimos en Helpdesk.media, un sitio web que algunos periodistas creamos en junio para ayudar a las personas —con información, asesoramiento jurídico y apoyo psicológico— afectadas por las acciones del gobierno ruso. Tras cumplir el servicio militar obligatorio hace siete años, el emisor estaba siendo reclutado para luchar en la guerra contra Ucrania. Al gobierno ruso no le interesaba saber quién pagaría la hipoteca o cuidaría de su mujer embarazada. Simplemente quería más carne de cañón para su guerra.

En los días transcurridos desde que Vladimir Putin anunció una “movilización parcial”, despejando el camino para que cientos de miles de hombres fueran reclutados para su fallido esfuerzo bélico, hemos recibido decenas de miles de mensajes como estos. Algunos eran quejas; otros eran desafiantes. Algunos simplemente expresaban derrota. Junto con los rusos que intentaban desesperadamente abordar vuelos, cruzar fronteras o atacar centros de reclutamiento, daban testimonio del mismo deseo: evitar el reclutamiento

La verdad es que quizá no puedan evitar el reclutamiento de Vladimir Putin

Aunque se presenta como una medida limitada que solo afecta a los que han servido antes en el ejército, en la práctica, el gobierno tiene vía libre para llamar a filas a tanta gente como quiera. La cifra inicial de 300.000, por ejemplo, parece ya una enorme infravaloración. Ante un régimen monstruoso empeñado en la guerra y un aislamiento internacional generalizado, los rusos están atrapados en un desastre. Y a juzgar por la respuesta hasta ahora, están aterrorizados.

Ese terror no concuerda con el apoyo masivo que supuestamente tiene la guerra. Sin embargo, el nivel real de apoyo es claramente inferior al que pregonan los medios de comunicación controlados por el Kremlin. Resulta revelador que haya muy poca gente dispuesta a ir a la guerra, algo que quedó visceralmente claro con el tiroteo contra un oficial de reclutamiento que ocurrió en Siberia el lunes. El entusiasmo es escaso: Yevgeny Prigozhin, director de una empresa militar privada y hombre de negocios cercano a Putin, ha recurrido al reclutamiento en las cárceles.

Para los ciudadanos ordinarios que quieren escapar de ese destino infernal, simplemente no hay muchas opciones. Algunas personas han cruzado la frontera a Bielorrusia, pero ya estamos recibiendo información de que las autoridades bielorrusas, cómplices de Putin, están planeando capturar hombres de Rusia. Si no es Bielorrusia, ¿dónde? Pocos días antes del inicio de la movilización, Letonia, Lituania, Estonia y Polonia impusieron una prohibición de entrada a casi todos los rusos. La semana pasada, los países bálticos declararon que esa decisión no cambiará, al menos por ahora.

Rusos hacen fila para obtener un Número de Identificación Personal en Almaty, Kazajistán, martes 27 de setiembre de 2022. Muchos rusos huyen tras la orden del presidente Vladimir Putin de reforzar sus tropas en Ucrania. (Vladimir Tretyakov/NUR.KZ via AP)

La frontera de unos 1500 kilómetros con Ucrania está, por supuesto, cerrada. Las autoridades finlandesas siguen dejando entrar a los rusos, pero se necesita un pasaporte y un visado Schengen, algo que tienen apenas un millón de rusos. Finlandia también tiene previsto cerrar la frontera. Lo que sigue abierto es Georgia, donde la fila en el paso fronterizo se demora más de 24 horas y a veces se le niega la entrada a la gente sin ninguna razón evidente. También hay destinos tan lejanos como Noruega, Kazajistán, Azerbaiyán y Mongolia. Llegar a cualquiera de ellos, a pie, en bicicleta o en auto, es una meta desalentadora sin garantía de éxito.

Los boletos de avión a los pocos destinos aún disponibles para los rusos, después de que el grueso del espacio aéreo europeo se cerrara en febrero, están casi agotados. ¿Quieres volar a la vecina Kazajistán? Aquí tienes un boleto, con dos escalas, por 20.000 dólares. ¿Quieres ir a Armenia? No quedan boletos. ¿O a Georgia? Rusia solía tener vuelos directos diarios a Tiflis antes del conflicto de 2008, pero ahora tampoco se puede volar hacia allá.

f:TN