Francia se enfrenta a un Parlamento dividido tras las elecciones del domingo, donde una alianza de izquierda sorprendió al ocupar el primer lugar, superando a la extrema derecha de Marine Le Pen. La alianza de izquierda, que incluye a la izquierda dura, socialistas y verdes, obtendría entre 172 y 215 escaños de un total de 577, mientras que el Reagrupamiento Nacional de Le Pen quedaría con entre 115 y 155 escaños. La alianza centrista de Macron se espera que obtenga entre 150 y 180 escaños, lo que representa una humillación para el presidente.

El resultado ha generado diferentes reacciones: en la reunión de la alianza de izquierda en París hubo celebraciones y lágrimas de alivio, mientras que en la sede de la extrema derecha prevalecía el silencio y la tristeza. La situación refleja el descontento de los votantes con el gobierno de Macron, debido a la crisis del costo de vida, fallos en los servicios públicos, y cuestiones de inmigración y seguridad, que Le Pen y su partido han aprovechado para ganar apoyo más allá de sus bastiones tradicionales.

La Constitución francesa no permite nuevas elecciones parlamentarias hasta dentro de un año, lo que significa que este Parlamento dividido deberá encontrar formas de trabajar juntos a pesar de sus diferencias. La alianza de izquierdas logró desplazar a la extrema derecha en parte gracias a una cooperación limitada con la alianza centrista de Macron, diseñada para bloquear el ascenso de Le Pen al poder.