Este jueves, SpaceX realizó el séptimo vuelo de prueba de su nave Starship, que terminó con la desintegración de la nave pocos minutos después de su despegue. El lanzamiento tuvo lugar en la base de la compañía cerca de Brownsville, Texas.

A pesar de que el propulsor Super Heavy regresó exitosamente al sitio de lanzamiento utilizando el método de captura «con palillos», la nave Starship perdió comunicación con la Tierra aproximadamente 8,5 minutos tras el despegue debido al apagón prematuro de uno de sus motores. Finalmente, la nave se desintegró sobre el mar Caribe, lejos de su destino original en el océano Índico.

En sus redes sociales, SpaceX calificó el incidente como un “desmontaje rápido no programado” y confirmó que continuarán analizando los datos del vuelo para identificar las causas del fallo. La compañía destacó que este tipo de pruebas son clave para perfeccionar el diseño y mejorar la fiabilidad de la Starship.

El objetivo de este vuelo era probar la nueva generación de la nave, realizar el primer despliegue de carga útil, experimentar con reingresos para reutilización y lanzar y recuperar el propulsor Super Heavy, siendo este último el único objetivo logrado con éxito.

Starship es un sistema de transporte completamente reutilizable diseñado para enviar humanos y carga a destinos como la Luna, Marte y más allá. Además, tiene un papel fundamental en los planes de la NASA, ya que será utilizado para transportar astronautas en la misión Artemis III a la Luna, prevista para 2026.

Este revés técnico, aunque inesperado, reafirma el enfoque de SpaceX en el aprendizaje constante para alcanzar sus metas de exploración espacial.