Este jueves a las 11, el Senado discutirá la situación del senador peronista Edgardo Kueider, aliado del gobierno, tras ser detenido en Paraguay con 211.000 dólares sin declarar. La Cámara alta deberá decidir si lo expulsa, como propone el kirchnerismo, o si lo suspende mientras avanza la causa judicial en el país vecino. La sesión, con final incierto, podría además abordar la suspensión del senador Oscar Parrilli, cercano a Cristina Kirchner, en el marco de la causa del Memorándum con Irán.

Para expulsar o suspender a Kueider, se requieren los votos de dos tercios de los presentes, un desafío para ambas posturas. El kirchnerismo insiste en la expulsión, mientras que bloques opositores y oficialistas dialoguistas se inclinan por la suspensión. Como tercera opción, podría considerarse la licencia solicitada por Kueider, aunque no cuenta con amplio apoyo.

La vicepresidenta Victoria Villarruel agregó tensión al incluir en el temario la posible suspensión de Parrilli, acusado de encubrimiento y traición a la patria. Esta propuesta, sin embargo, aún carece de consenso en los bloques dialoguistas. Villarruel criticó tanto al kirchnerismo como a otros bloques por sus posturas, calificando la conducta de Kueider como un «bochorno que merece un castigo ejemplar».

La falta de quórum es una preocupación para algunos senadores, ya que podría dejar a Kueider en su cargo y cobrando su salario pese a estar detenido. Ante la incertidumbre, varios legisladores consideran que es necesario tomar una decisión clara para evitar la parálisis institucional.

La detención de Kueider, quien aseguró ser «afín al gobierno del presidente Milei» al momento del arresto, generó repercusiones en la Casa Rosada. Guillermo Francos, jefe de Gabinete, propuso que se trate la situación de todos los senadores con causas abiertas, incluyendo a Parrilli. Sin embargo, esta propuesta no logró apoyo suficiente para entrar en el temario formal de la sesión.

El escándalo expone a los legisladores a un delicado dilema: resolver sobre Kueider sentaría un precedente que podría afectar a otros casos en el futuro, mientras que evitar una decisión definitiva podría desacreditar al Senado. En este contexto, las negociaciones continúan mientras la Cámara alta se prepara para un debate que promete ser clave y cargado de tensiones políticas.