La Justicia la busca por haber atacado a un hombre de 63 años a principios de septiembre. La víctima fue drogada y luego golpeada brutalmente por dos cómplices.
Pablo abrió la puerta principal del edificio y se sorprendió. Tenía frente a sus ojos a una mujer joven, bella y con un cuerpo tonificado. Más atractiva, incluso que lo que había visto en fotos previamente. A sus 63 años se ilusionó con una noche de placer. De la chica que estaba frente a sus ojos, conocía pocos datos. Apenas sabía que tenía 21 años y que se llamaba “Valentina”. Al menos eso le había contado dos días antes cuando se conocieron por Tinder. Eran las 19.30 del viernes 9 de septiembre cuando comenzó una noche que prometía ser romántica y pasional, pero que, pocas horas después, terminaría con golpes, torturas y un robo cometido entre, al menos, cuatro personas.
Pablo hizo pasar a “Valentina” al departamento ubicado en pleno barrio de Martínez, en San Isidro, para que se pusiera cómoda y comenzaran a brindar por el encuentro. El plan que habían charlado esa misma tarde por WhatsApp consistía en compartir unas bebidas, comer algo y mirar una película. Exactamente eso sucedió en esas primeras horas, aunque para las 2.30, de repente, el hombre se quedó profundamente dormido. Pero no se despertó al día siguiente, como suele suceder en este tipo de relatos. Recobró la conciencia algunos minutos después con dos hombres que lo golpeaban ferozmente pidiéndole dólares. Recién ahí descubrió que no había una chica de 21 años interesada en él, que “Valentina” no era “Valentina” y que estaba siendo víctima de un robo.
Pablo fue encontrado al día siguiente por su hijo e internado en el Hospital Central de San Isidro por los golpes que recibió. Así comenzó una causa que está en plena investigación y tiene como objetivo determinar quién es realmente la misteriosa mujer de Tinder, quienes son sus cómplices y cómo actúa lo que, para la justicia, es una organización criminal. También quieren saber si las fotos son realmente de ella o si fueron robadas a una mujer sin relación con el hecho. Es que la víctima, por la cantidad de droga que le dieron, no recuerda si es la misma mujer que recibió en el departamento.
El expediente que se formó recayó en el fiscal Gastón Garbus que, con suma celeridad, solicitó cámaras de seguridad de la zona, testimonios de distintas personas y un relevamiento del perfil de Tinder y WhatsApp de “Valentina”. Así se trazó la reconstrucción del hecho, a la que pudo acceder Infobae.
Pablo conoció a la joven en cuestión a través de la aplicación de citas, el miércoles 7 de septiembre. El perfil de la chica marcaba que se llamaba “Valentina”, que tenía 21 años y que se encontraba a 17 kilómetros de San Isidro. Además, especificaba que sus gustos eran el “café”, “te” y la “gimnasia”. La charla por la app, en esa tarde casi primaveral, fue muy corta y se trasladó rápidamente a WhatsApp.
“Hola ¿cómo estás? Soy Valentina de Tinder”, comenzó ella con su presentación. Luego le dijo a la víctima que vivía en “Palermo”, que estudiaba “contabilidad en la UBA” y que “trabajaba en la oficina de sus padres”. Sin perder el tiempo, luego de algunos mensajes más de compromiso, Pablo decidió arreglar un encuentro. “Bueno, sabés que me encantaría conocerte. ¿Qué idea tenés vos?”, le escribió. La chica no tardó en contestar: “Si, sería un gusto conocernos. Estaría bueno cenar algo, mirar unas pelis, charlar y pasarla bien”.
Si bien la idea de la mujer era verse ese mismo día, ante la imposibilidad de Pablo por cuestiones laborales, decidieron concretar el encuentro para el viernes de esa semana a las 19.30 en un edificio de San Isidro, ubicado en la calle Ladislao Martinez. Si bien el hombre le dijo que era su departamento, luego la investigación comprobó que, en realidad, era la casa de la hija de su ex pareja, que estaba de viaje, y Pablo sólo la estaba cuidando.
“Valentina” le dijo al hombre que no se preocupara por pasarla a buscar, que ella llegaría en Uber. Sin embargo, distintas cámaras de seguridad de la zona, que fueron recuperadas por los investigadores, muestran que esa noche, la viuda negra llegó a la zona en un auto que la dejó a unas cuadras y luego ella se acercó caminando.
Según el testimonio de la víctima, todo se desarrolló normalmente adentro del edificio: “La chica llegó y estuvimos en el departamento lo más bien hasta las 2.30 que nos fuimos a dormir. Tomamos, comimos y miramos una película”, declaró.
Distintas cámaras de seguridad que están en poder de los investigadores muestran cómo la mujer llega a la puerta principal del edificio y, con las llaves de Pablo, les abre a dos hombres más.
Adentro del departamento, todo fue violencia. Los ladrones revolvieron la casa y, como no encontraron dólares, decidieron despertar a la víctima a los golpes. “Recuerdo que me pegaban y veía que la chica estaba en el palier con la puerta entreabierta como haciendo de campana”, completó.
Luego de un rato de golpes y torturas, los delincuentes sólo consiguieron algunas pertenencias y objetos de valor que aun no están consignados en el expediente. Una imagen de vigilancia de un edificio cercano, muestra cómo la banda, con “Valentina” incluida, sale caminando con una mochila.
A Pablo lo encontró su hijo en un estado calamitoso al día siguiente. Un amigo de la víctima intentó ubicarlo por teléfono, pero no obtuvo respuestas durante varias horas. Por eso, el hijo decidió acercarse al departamento que Pablo estaba cuidando. Lo hizo con suma preocupación, porque recordaba la frase que su padre le había dicho la tarde del viernes: “Me voy a ver con una mina que conocí en Tinder, vamos a ir a cenar y no voy a volver porque voy a ir al departamento”, aseveró. Esta cita es textual, porque forma parte de la declaración que realizó el joven en la justicia.
Lo cierto es que cuando el hijo llegó, logró abrir la puerta con la ayuda de un cerrajero y se encontró “con un gran desorden en el living” y su padre “tirado en el piso, atado y golpeado”.
Ahora la Justicia, con el fiscal Garbus a la cabeza, intentan descubrir la verdadera identidad de “Valentina” y su banda. Dan por descontado que no es el único ataque que realizó y que su zona de influencia es el corredor norte del Gran Buenos Aires, sobre todos los barrios de alto poder adquisitivo como San Isidro o Vicente López.
f: Infobae