El músico salteño nacido el 29 de septiembre de 1917 falleció un día como hoy del año 2000. dejando un legado musical que trascendió fronteras y géneros musicales. Gran conversador, memorioso y a la vez inventor de historias apasionantes, con gracia dionisíaca y carcajadas de retumbo Gustavo “El Cuchi” Leguizamón dejó, aparte de su música, el legado de su pensamiento. Aunque muy pocas veces escribió otra cosa que poesía, desperdigada en cientos de reportajes podemos encontrar una voz que comprende al Universo, observándolo desde PLAZA 9 DE JULIO. Tanto en el humor que siempre filtraba la comunicación de las ideas, como en la entrega alegre a la fatalidad del destino humano, Leguizamón representó sobre todo la inteligencia del hombre criollo y su concepción del fenómeno de la vida. Como en la frase de Manuel Castilla, su ‘amigoalma’, donde afirma que “Mi sabiduría viene de esta tierra”, El Cuchi constantemente recalcaba su pertenencia salteña impregnando todo lo que podía expresar.
Nacido el 29 de setiembre de 1917, su prosapia familiar se traslada a lo largo de la historia de la provincia, aun desde antes su fundación. Por el lado de su padre, José María, era descendiente de José Galo Leguizamón, cuya casa, en La Florida y Caseros, es monumento nacional. Por allí desfilaron los personajes y sucesos más importantes de la vida de Salta de fines del siglo XIX. El mismo José Galo luchó en las gestas de la Independencia y fue lugarteniente de Güemes. Por esa línea El Cuchi se emparenta también con los Arias Rengel y José María Todd. Su madre, Tomasa Toledo y Pimentel, fue descendiente del virrey Toledo, que ordenó la fundación de la ciudad de Salta.
Fabiana Cantilo: Me Voy Quedando – Lito Vitale a la Medianoche
Gustavo Leguizamón fue abogado, fiscal de Estado, legislador y profesor de Historia y Literatura. Pero sobre todo fue muy amigo de sus amigos, con quien vivió intensamente un momento especial de la historia de Salta, “cuna de músicos y poetas”. Entre esos creadores se debe mencionar a Castilla, José Juan Botelli, Raúl Araoz Anzoátegui, Luis Pretti, Miguel Ángel Pérez, etc. Con ellos quedó anclado el poeta español León Felipe, que había venido por unos días a la ciudad y terminó quedándose años.
Fue un brillante pianista pero sobretodo, un compositor riguroso y autodidacta, de sólida formación, que innovó las formas musicales del folklore. Simultáneamente salteño hasta la médula y universal sin proponérselo, El Cuchi fue un genio singular e irrepetible cuyas creaciones son reconocidas por músicos del mundo como la cantante de jazz inglesa Esperanza Spalding, que se hace llamar “La Cantora de Yala”, por la canción homónima del autor salteño. Epicúreo por naturaleza, no por eso dejó de participar en la vida y dramas de su pueblo. Devoró con unción todos los placeres de la cocina norteña y de sus propias invenciones gastronómicas.
Pedro Aznar – La Pomeña (CM Vivo 1999)
Desmitificador, lúdicamente irrespetuoso de toda formalidad y de sí mismo, fue sin embargo un perfecto caballero criollo, que prefería hablar mucho de la poesía y la música ajena y muy poco de la propia que lo convierte quizá en el compositor más talentoso y profundo del folklore argentino.
Leguizamón disfrutó de los ritos y del ritmo de su ciudad, a la que volvió música y picardía. Sus bromas eran monumentales y entre ellas, que median con el arte surrealista, se encuentran el concierto de campanas y el de trenes. Cultivó y promocionó las virtudes vitales del provincialismo, aunque también fue un crítico amable y burlón de sus defectos.
f:El Tribuno