En las gélidas extensiones de la Antártida, un fenómeno inquietante está ocurriendo: la Península Antártica, conocida por su hielo perpetuo, está experimentando un aumento alarmante de cobertura vegetal. Este crecimiento, compuesto principalmente por musgos y líquenes, ha sorprendido a la comunidad científica, mostrando las drásticas consecuencias del cambio climático en uno de los últimos rincones vírgenes del planeta.

Un estudio reciente, realizado por las universidades de Exeter y Hertfordshire junto al British Antártida Survey, reveló un aumento significativo en la vegetación antártica desde 1986, cuando la cobertura era de menos de un kilómetro cuadrado, hasta los casi 12 kilómetros actuales. Este crecimiento, impulsado por el calentamiento global, está alterando no solo el paisaje, sino también la ecología del lugar, lo que podría llevar a la llegada de especies invasoras y una reducción en la capacidad de la región para reflejar la luz solar, acelerando el calentamiento local.

Los investigadores advierten que estos cambios podrían desencadenar una alteración irreversible en la biodiversidad de la región, afectando tanto a las especies nativas como a los delicados ecosistemas antárticos. Lo que antes era una extensión helada está siendo transformada por el cambio climático, dejando claro que incluso los lugares más remotos del planeta están sintiendo sus efectos devastadores.