En medio de la pandemia, el banquero rompe el silencio y habla sobre la gestión del Gobierno, el impacto del confinamiento obligatorio y el futuro de los bancos en los próximos meses. Dice que está preparado para refinanciar deudas y que no lo asusta el impuesto a la riqueza, aunque quiere ver “la letra chica”. Martes 26 de mayo, 17 horas. La torre Macro, en Catalinas, está desierta y en silencio. Control de temperatura y alcohol en gel de rigor en el luminoso lobby, antes de acceder a los ascensores. En el piso 27, el último del edificio que lleva la firma del célebre arquitecto argentino César Pelli, aguarda Jorge Brito. Su espacio para reuniones es enorme: living, biblioteca, modernos sillones para contemplar la vista despejada de Retiro y el río. Suenan tangos clásicos como música ambiente. El banquero y empresario abre una puerta y saluda con el codo –el otro código de rigor de estos tiempos. Es poco afecto a las entrevistas pero accede esta vez a hablar con APERTURA.

A principios de año, afirmó en un reportaje con el diario Perfil que se sintió perseguido judicialmente por el gobierno de Mauricio Macri y que se definía como un banquero peronista. Pero no quiere hablar sobre eso ahora, aunque no disimule su identificación con la gestión de Alberto Fernández, a quien dijo que votó. El foco está puesto en la pandemia, sus corrosivos efectos sobre la economía y qué harán los bancos en los próximos meses, cuando el impacto del confinamiento obligatorio amplifique su eco y llegue una ola de pedidos de concurso y refinanciaciones de deuda. Sin dejar de lado, tampoco, discusiones del momento como el impuesto a la riqueza o la estatización de parte de las empresas a cambio del auxilio oficial. “En todo gobierno hay halcones y palomas. Pero hasta ahora no he visto ninguna cosa extraña”, dice al respecto.

¿Qué análisis hace de la situación actual, en este contexto de pandemia?

La verdad es que es una situación muy difícil de ver y de hablar porque es algo que no conocemos en términos generales. Sabés cómo empezó pero no cómo termina. Me parece que hay que tener un poco de cuidado con que, una vez más, en la Argentina no terminemos en un River-Boca de sanitaristas versus economicistas. Todo en la vida es un equilibrio. Sí me parece que así como hay un montón de sanitaristas aconsejando al Presidente, habría que estar pensando en cómo se sale. Empecemos a pensarlo. Salir se va a salir. No sé cuándo ni cómo, pero la crisis es una oportunidad y trataremos de buscar una oportunidad para que la Argentina salga bien parada.Desde el punto de vista del banco, ¿cómo está impactando el confinamiento? ¿Hay demanda de crédito de emergencia de parte de los clientes?

Prácticamente es una demanda de crédito de empresas que no producen y tienen que pagar sus salarios y recurren al banco para eso. Si miramos la esencia de un banco, es prestar plata para producir o para ayudar a la gente a consumir, por ejemplo para comprarse una casa. Desde ese punto de vista, desde ya que hemos cumplido un rol muy importante en cuanto a todos los pagos de asignaciones familiares, pago a jubilados y beneficios. Pero cuando uno pensó en hacer un banco piensa en otra cosa, en un crédito productivo.

Muchas empresas se quejan de que demoró la ayuda o no accedieron a todos los porcentajes de crédito que estaban disponibles…

No digo que en algún caso las quejas no sean razonables. Pero a mis amigos industriales les digo: “Veamos caso por caso”. Identificar las cosas me ayuda mucho, porque uno muchas veces generaliza y dice “No hay crédito”. Pero, ¿quiénes son, por qué, cuál es la causa? Entonces, de esa forma vamos encontrando algunos factores que se pueden solucionar. Si no, es una crítica genérica que no ayuda a nadie. No nos ayuda a nosotros como bancos a ser más eficientes ni a quien quiere acceder al crédito.¿Qué escenario prevé para el negocio bancario? ¿Teme un aumento importante de la mora?

Claramente la mora va a aumentar. Ahora, por eso decía que esta crisis puede ser una oportunidad si la sabés aprovechar. Si pensamos en los próximos tres o cuatro meses, claramente no van a ser buenos. ¿Podemos pensar que la recuperación es una V? Sí, puedo pensarlo si rápidamente, una vez salidos de la pandemia, nos ponemos a trabajar todos y a producir. No hay que pensar mucho en la exportación, sino pensar más bien en el mercado interno. Cuando se habla de que en la Argentina no van a venir inversiones por todos los problemas que tenemos del pasado, bueno, hoy no hace falta inversión, porque las empresas están produciendo al 50 por ciento. Lo que hay que tener es capital de trabajo para poder producir y esperemos que el Gobierno llegue a un acuerdo por la deuda, porque es muy importante para el futuro.

Suponiendo que se alcanza un acuerdo con los acreedores, ¿qué imagina desde el punto de vista financiero para los meses posteriores?

Es muy importante. Me cuesta ver una Argentina en default porque los argentinos ya vivimos en default y con una situación económica como dejó Macri el país. Cuando se hizo cargo este gobierno la gente tuvo esperanza… Pero no llegaron a los 100 días de gobierno que vino la pandemia. Si ahora encima tuviéramos un problema de default, sería catastrófico. Yo soy optimista.

Menciona al gobierno de Macri. ¿Por qué cree que fracasó en materia económica?

Básicamente porque nunca hubo un plan económico. El único plan económico del Gobierno de Macri fue liberar el tipo de cambio, que entraran dólares que los compró el BCRA y contra eso emitía las famosas Lebac. La única industria que funcionó –y lo aclaro porque hablamos de industria financiera, pero no fueron los bancos–, fueron los capitales, los fondos que trajeron los dólares acá y luego se fugaron. Entonces, ¿usted conoce alguna empresa que haya invertido en poner un horno para hacer algo en la Argentina? No conozco a nadie. No había un proyecto de país industrialista. Y a ningún país le puede ir bien con la especulación financiera y esto es lo que hicieron en la Argentina.

¿Se refiere a la política de las tasas altas de interés, que se acentuó después?

Hablar de tasas altas sería simplificar el problema. No había una política de generar trabajo y que ese trabajo a su vez generara mayor ingreso para la gente y ese mayor ingreso se transformara en consumo. Fue todo lo contrario. Era un proyecto para 25 millones de argentinos, no para 50 millones. En cuatro años no se generaron fuentes de trabajo, se cerraron.

Letra chica

Dijo públicamente que votó a este Gobierno. ¿Cómo ve, como empresario, más allá de la pandemia, la gestión y los proyectos de los que se habla como el impuesto a la Riqueza o que el Estado tome participación accionaria en empresas a cambio del auxilio que está concediendo en estas circunstancias?

En todo gobierno hay palomas y halcones y es propio de la dinámica de cualquier gobierno. Pero hasta ahora no he visto que este Gobierno haya producido ninguna cosa extraña. No me asusta el impuesto a la riqueza, me gustaría ver la letra chica para que no haya nada problemático. Un proyecto solidario en este momento no me parece irrazonable ni confiscatorio. Repito, hay que verlo porque podría llegar a ser confiscatorio. Con respecto a lo otro, me gusta hablar sobre hechos objetivos y no sobre lo que dicen que dijeron, porque no hay nada, más allá de los trascendidos.

Mencionó la inversión y que hay que pensar en el mercado interno. Pero la atracción de inversiones es un problema generalizado de los últimos gobiernos. ¿Qué se debería hacer para atraer inversión al país?

Entre 2003 y 2007 hubo inversiones en la Argentina. Si alguien viene y me presenta un negocio donde yo creo que voy a ganar plata, invierto. Lo que hay mostrar es que la Argentina es un país en el que se puede hacer negocios y que hacer negocios y ganar plata no es algo que esté mal visto. Hay que diferenciar entre una cosa y la otra. Estamos en un país en el que –espero– se vuelva a pensar que lo más importante es generar trabajo. La cultura del trabajo se ha perdido hace muchos años y hay que reencontrarse con eso.¿Cree que el Gobierno iba en esa dirección, que los funcionarios piensan que hacer negocios, generar empleo y ganar dinero está bien visto?

Entiendo que sí, que iba claramente en esa dirección o por lo menos era el mensaje que transmitía el Presidente. Tuvo 100 días y después vino esta pandemia con lo cual es difícil ponerle valor a ese corto plazo.

¿Por qué cree que los empresarios tienen mala imagen? ¿Qué deberían hacer para revertirla?

Demostrando que uno genera puestos de trabajo, que es lo que un país necesita para crecer. Los empresarios tenemos muchas fundaciones –y no quiero que esto se malinterprete– pero a veces parece que nos “escondemos” detrás de una fundación para decir que hacemos cosas. Y lo más importante es contar qué hace uno en las empresas y que el activo más importante es cada día tener más empleados. Eso es un capitalismo bien visto y es lo que tenemos que transmitirle a la sociedad. Ahora, si lo que le transmitimos son fiestas en un hotel lujoso y las mujeres de los empresarios llenas de joyas… No lo critico pero no lo comparto. Nosotros nos debemos a nuestro trabajo, que todos los días es poder aumentar nuestra producción para tener más fuentes de trabajo.

Pensando en un proyecto de país a largo plazo, ¿qué tiene pendiente la Argentina a nivel estructural como discusión?

Lo primero que tenemos que pensar es qué país queremos. Yo quiero un país para 50 millones de argentinos. En función de eso hay que diagramarlo. Si vemos hoy el GBA y los problemas que tiene, y las villas que rodean a la ciudad, es el país que no queremos. El gran futuro de la Argentina está en el interior del país. Cuando vemos que más del 50 por ciento de las provincias no tiene problemas y puede empezar a trabajar, a esto tenemos que apostar. Este es un país federal pero en el título. Tenemos que pensar seriamente en el interior profundo. Y este banco, cuando lo fundamos, lo hicimos pensando en eso, en esa Argentina que ha sido postergada por la concentración de Capital Federal y el GBA. No hay que echar culpas. Hay que pensar que esto no funciona y, por ejemplo, analizar que las fábricas vayan al interior del país. Son debates que nos tenemos que dar.

¿Ve posible un debate así?

Yo digo lo que pienso y seguramente sea criticado. El problema es no decir lo que uno piensa. Así vivimos en una Argentina en la que estamos todos peleados, no sabemos qué opinan los empresarios porque nadie habla, cuando hablás es para aplaudir al gobierno de turno. Me parece que no es la posición a tomar. Si un día me invita un ministro a hablar, le voy a decir lo que pienso, no importa si estoy equivocado o no. Muchas veces vamos a decir que está todo bien.

Si lo llamara el Gobierno, ¿les diría esto?

Sí, yo lo digo. Digo lo que pienso.

¿Lo llaman?

A veces, algunos…

¿Desde el máximo nivel?

(Ríe)…

¿Cree que faltan consensos básicos?

Acá es todo River-Boca. Pero hay que debatir y, en ese intercambio, es probable que juntos encontremos la solución al problema, que es muy posible que pase por el medio entre lo que vos pensás y lo que pienso yo. Ahora, si yo empiezo a hablar y vos me decís: “A vos no te importa la economía” o “A vos no te importa que se muera la gente”. No, estoy dando un punto de vista diferente. Tenemos mucha intolerancia.

Bancos en la mira

Los bancos suelen estar en la mira y se repite que “ganan mucho”. ¿Han ganado mucho en los últimos años? ¿Teme en ese sentido que haya una presión sobre el sistema?

Los bancos son mal vistos en el mundo en general. Vos venís a pedir un préstamo para tu casa, para comprar un auto, te vas a ir muy contento ese día y me lo vas a agradecer. Y después vas a odiarme 20 años los 365 días del año. Pero no es ni una cosa ni la otra. Uno cumple un rol. Si los valores se ajustan por inflación, se gana plata pero no mucha. Si el año pasado tenía un patrimonio de 100 y gané 150, no gané plata por la inflación. También quizá es culpa nuestra no explicarlo. Yo tengo otras empresas, por ejemplo, una agropecuaria, con tierras, hacienda y activos que se ajustan por inflación. En el banco tenés plata, entonces si no se ajusta por inflación, la plata vale lo mismo. Esto es lo que hay que entender, siempre el ajuste por inflación es importante pero más en un banco. Uno siempre está expuesto y la Argentina ha sido un país donde hemos tenido más cimbronazos que en otros lados, pero tengo la confianza de que no va a haber ninguna locura por parte del Gobierno.¿Cuál es la estrategia del banco macrodentro del sistema, en este contexto?

Nuestra estrategia es la misma desde los orígenes: invertir en el interior del país y en los sectores bajos y medio bajos. Hoy, ya aparecieron otros que apuestan a esto, pero nosotros empezamos en los ’90, cuando todos apuntaban al ABC1 de Capital Federal. Si uno mira la distribución geográfica de las 500 sucursales del Macro se comprueba esto: tenemos el 75 por ciento en el interior y el 25 en CABA. Es al revés del sistema. Vamos a profundizar en esa línea y estamos convencidos de que la Argentina apunta a eso.

En los últimos años aparecieron las fintech. ¿Cómo las ve? ¿Le preocupa la competencia?

Son competidoras, pueden ser complemento, una cantidad de cosas. Lo que siempre dije es que esto es como Uber y taxi: tienen que tener la misma regulación. Si a mí me exigen determinadas normas de capital, hay que exigírselas a las fintech. O no me exijan nada a mí. Es lo que cualquier ser humano pide: igualdad de condiciones.

¿Y a nivel renovación tecnológica?

Todos los bancos venimos invirtiendo mucho en la banca virtual y hoy con este tema de la pandemia funcionó bien. La Argentina está a la altura del nivel internacional. Yo empecé en esto en 1982 y me decían: “Este es un gran negocio porque tenés el 12/13 por ciento de los préstamos respecto del PBI y en el mundo está en 50 o incluso 100”. Hoy estamos igual. Si era un gran negocio antes, hoy tenemos uno mucho más grande (se ríe).

Pero ese porcentaje está estancado hace muchos años. ¿De qué depende que pueda crecer algún día?

De la moneda. Si no tenés moneda, ¿en qué vas a ahorrar? Hay que buscar tener moneda, pero es un proceso de 10 años. Lo tienen Brasil, Chile, Perú. Todos nuestros vecinos. Es cuestión de ponerse y trabajar en eso. Brasil tiene el 95 por ciento de su deuda en moneda local. Eso estabiliza mucho.

Volviendo a la pandemia, ¿está preparado para refinanciar?

El sistema financiero venía con muy buenos índices de solvencia, liquidez, mora… Hay un problema, claramente por el coronavirus, y muchos sectores están cerrados. Después, muchos van a volver a producir y les va a ir mejor que antes. Si soy un buen banquero, no hoy, en seis meses, me voy a sentar con vos, me vas a mostrar los números y te refinanciaré al periodo de pago que negociemos. El banquero lo último que quiere es ejecutar. Cualquier concurso en la Argentina tarda 10 años.

¿Se está preparando para ese escenario?

Un banco siempre está preparado para ese escenario porque no sabe cuándo puede haber una situación así. Uno no está preparado solamente para vender muchas tarjetas de crédito. Un día se dejan de vender las tarjetas, los clientes no pueden pagarlas y hay que refinanciar los saldos. Los que tenemos más de 40 años en la espalda de sistema financiero ya lo vimos muchas veces.

¿Hay diferencias de reacción entre los bancos nacionales y los extranjeros frente a la crisis, como indican algunos?

Claramente hay una reacción más rápida (de los locales) porque la decisión en este banco se toma en este piso, no en Nueva York, España, China o Japón. No es que seamos mejores nosotros o mejores ellos. En otros momentos, ellos tienen una gran solvencia porque tienen casas matrices con miles y miles de millones de dólares de patrimonio y nosotros no. Entonces, todo se compensa.

La versión original de este artículo fue publicada en la edición 318 de Revista Apertura. 

Fuente: El Cronista